
Instrucciones para convertirte en un “foodie”, signifique lo que signifique
Mi abuela es la mejor cocinera que conozco. Sería capaz de alimentar a toda Villarriba y Villabajo del anuncio del Fairy con dos ollas, un horno y una sartén. Florentina es lo que tradicionalmente se conoce como una “cocinillas”, una abuela a fin de cuentas. Pero no entraría dentro de la categoría de foodie. ¿Por qué? Concretemos el término. Para Efrén Álvarez, concursante de la primera edición de ‘Master Chef’, un foodie es aquel que “ama la comida hasta el punto de hacerla una de sus mayores aficiones, a ella y todo lo que está relacionado con ella: vino, cerveza, métodos de producción, restaurantes, libros, películas o conferencias”. En este sentido, para Pablo Sobrino, chef del restaurante DiverXO, un foodie “busca algo más”. “Sin dejar de ser un amante de la gastronomía sus inquietudes van más allá. El término está muy relacionado con últimas tendencias que se generan alrededor de la gastronomía, desde mercados, bebidas, productos desconocidos…”, asegura.
Por tanto, podemos concluir que un foodie es :
Foodie (del lat. Fudis): Dícese de la persona a la que le gusta comer, explorar, conocer y compartir en redes sociales todo lo que tenga que ver con la gastronomía (o al menos todo lo que tenga que ver con buena pinta, que un filete de pollo a la plancha no se fotografía).
El gusto por comer y viajar comiendo no implica que la economía de un foodie sea necesariamente boyante, a pesar de que Paul Levy, Anna Barr y Mat Sloan aseguran en su obra ‘The Official Foodie Handbook’ que éstos son “hijos del boom del consumismo”. Ser foodie, por tanto, no es sinónimo de ser elitista. “Para mí el foodie de hoy en día no tiene necesariamente una capacidad adquisitiva alta. Se “ensucia más las manos”, es más curioso y aprovecha Internet para investigar” apostilla Efrén Álvarez. El ex “masterchef” nos propone un nuevo término: gastrogeek. Puestos a etiquetar.
De buenas a primeras que a alguien le guste la gastronomía tampoco resulta novedoso. Pero sí lo es la franja de edad de los nuevos apasionados. Hace años un veinteañero-treinteañero no estaba especialmente interesado en la misma. Se conformaba con quedar en la pizzería de siempre, o en el bar de siempre con el bocadillo de lomo de siempre. Se apañaba llamando a su madre en caso de duda culinaria y le asaltaba con preguntas como cuánto tiempo hay que dejar cocer las judías. El antiguo veinteañero conocía el término “sofreír” por Karlos Arguiñano, y de vez en cuando anotaba diligente alguna de sus recetas para dar salida al perejil. Seguramente no sabía lo que era un steak tartar, pero sí unos filetes rusos de toda la vida.
Quedar en un restaurante nuevo cada semana, sopesar las críticas que ha recibido en Internet antes de la visita, conocer al jefe de cocina, o incluso regresar para probar lo que queda de carta es un fenómeno reciente. El gusto por la gastronomía se ha convertido en una afición equiparable a la música, el cine o el deporte. “He ido al restaurante de moda” es el nuevo “he ido a un concierto de Arcade Fire”, o una “esferificación” se ha convertido en el nuevo backstage, términos en boca de todos. El éxito del programa ‘Master Chef’ tiene parte de culpa del reciente entusiasmo gastronómico en España, pero el boom ya existe desde hace décadas en Estados Unidos y Gran Bretaña.
Fuente: www.revistagq.com